lunes, 11 de mayo de 2015

El Cisne Negro

Una película diferente e impactante que cuenta la historia de Nina, cuya pasión y hasta cierto punto obsesión, es el ballet. A pesar de toda la seguridad que muestra al bailar, en su vida personal la protagonista es una joven sumamente insegura, temerosa y frágil que está sobreprotegida por su madre. Me parece importante resaltar el papel de esta relación, ya que su madre, durante toda la película, ejerce una gran presión sobre ella, convirtiéndola en alguien que ella no es y genera en su hija conflictos internos muy fuertes que le provocan un caos mental que poco a poco va terminando no solamente con su carrera, sino con su propia vida.

Decido escribir sobre esta película, pues más allá de la interesante trama, podemos ver el tema de la obsesión por la perfección. Se muestra de manera exagerada la disciplina que exige el baile y lo restrictivo que puede ser vivir bajo un régimen de este tipo. Al mismo tiempo, impacta la forma en que las jóvenes se ven manejadas como si su valor de vivir radicara en su capacidad de bailar y alcanzar la máxima perfección. Se muestran, a su vez, todos los sacrificios que hacen las bailarinas por conseguir un papel en una obra de teatro y la forma en que van terminando con su dignidad y sus convicciones, con el firme objetivo de que alguien externo reconozca su talento.
Es impresionante la manera en que Natalie Portman, es capaz de encarnar todas las facetas por las que atraviesa su personaje y la manera en que se transforma para darle vida a cada sentimiento que experimenta. Por esto me parece que es una película muy recomendable, ya que es sorprendente su interpretación.


A lo largo de la película, se muestran algunas situaciones de suspenso que provocan angustia y desesperación por no saber qué está sucediendo en la realidad y qué es lo que se trata de simples alucinaciones. Podemos apreciar la transformación que sufre una persona al padecer diferentes trastornos psicológicos. Debemos de valorar en esta película, el mensaje que se nos da sobre la influencia que ejercen los padres sobre los hijos. En este caso el resultado es evidente y al mismo tiempo muy doloroso: una hija perfecta en el ballet, pero con una vida vacía, rodeada de tragedias e inseguridades.
Debemos de valorar nuestra vida por quienes somos, no por el reconocimiento que los demás puedan darnos. Al momento de perdernos en esta espera, nos volvemos seres muy frágiles y perdemos de vista el verdadero sentido de nuestra vida. La felicidad es generada de manera personal e individual por cada uno de nosotros. No debemos de ponerla en manos de nadie más, pues en ese momento, nuestra vida dependerá de factores externos, más allá de centrarse en nuestra esencia pura, real y natural que tenemos por el simple hecho de ser personas únicas e irrepetibles.

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